Por Ricardo Roa. Clarín
A veces o bastantes veces lo que es importante no es noticia. O los periodistas no nos damos cuenta de lo que es importante. Se reunieron aquí nada menos que 15 ministros y otros tantos delegados de Educación de América latina y del Caribe. Y tuvo tan poca difusión periodística que se podría sospechar que fue una reunión clandestina.
Nota al pie: no conviene esperar demasiado de las declaraciones de los organismos internacionales. Están llenas de buenas intenciones y vacías de definiciones concretas.
El documento final de este encuentro de miércoles y jueves no es una excepción. La riqueza hay que buscarla en otro lado: en las presentaciones de los ministros y las experiencias que sacaron y que sacan de las reformas encaradas en la región.
Otro dato que es una explicación: la consigna de la UNESCO, organizador de la reunión, es parecida a Consenso o Muerte. Acordar todo documento hasta en los puntos y comas aunque el resultado sea un documento insulso que por ser insulso no cambia nada.
Aún así no es fácil: algunos hacen de un párrafo y hasta de una palabra una cuestión de principios. Representantes de Cuba y de países del Caribe se perdieron en una discusión de tres horas sobre cómo había que definir la educación obligatoria. Era gente a la que no les preocupaba perder el avión.
Mientras acá el kirchnerismo nos encerraba en un discurso populista y en el fondo conservador del viejo orden escolar, muchos de nuestros vecinos avanzaban en cambios profundos buscando lo que es posible alcanzar: una escuela inclusiva y a la vez de calidad.
Gobiernos de izquierda como el de Correa en Ecuador o el de Rousseff en Brasil y corridos a la derecha como el de Uribe en Colombia o el de Ollanta en Perú. Todos bajo un denominador común: lograr que sin importar su origen social o étnico los chicos vayan a la escuela y crezcan en conocimientos sostenidamente. Eso es verdadera movilidad social. Algunos han conseguido acercarse más y otros acercarse menos. Pero todos decidieron abandonar las recetas obsoletas.
Y todos están recorriendoo caminos parecidos. Uno: incorporar la evaluación de cómo aprenden los chicos, una pieza clave para el trabajo en la escuela. Dos: entender que en la autononía de las escuelas hay otra batalla clave. Y tres: que lo mismo pasa con los maestros, su formación, su carrera profesional y sus salarios. Nada de esto puede ir solo ni quedar afuera de cualquier estrategia de cambio.
Con estos tres ingredientes se están cocinando las reformas. Cada cual las adapta a su realidad pero nadie piensa que se pueda alcanzar el santo grial de la educación sin mezclar correctamente los tres elementos.
En la Argentina perdimos mucho tiempo, 12 años para empezar a hablar. Convertimos nuestro sistema educativo en una vaca sagrada que si sigue como está terminará muriendo. Ahora da la impresión de que empezamos a transitar el camino más serio de las evaluaciones y de los cambios en la formación docente.
Empezado no quiere decir que estemos cerca del objetivo sino que nos falta para llegar al objetivo. Estamos fallando en un área en la que el mundo desarrollado sigue ampliando dramáticamente la brecha con nosotros.
Dentro de unas semanas estaremos cumpliendo el ritual de cada año: discutir la paritaria docente bajo la amenaza de un paro docente que impedirá el comienzo de las clases. Eso seguro que va a ser noticia.
El día 30 del mes de Noviembre de 2018, se cumplen 10 años de la publicación del primer artículo en mi página de “http://www.historiasdelamadrid.com.ar, en [...]
Por Gerónimo Odriozola, Broker de Remax Roble
Una de las características más importantes que he detectado en grandes empresarios con los que tuve la oportunidad de [...]
El Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires (CPBA) acaba de publicar su más reciente trabajo, denominado “Contratos y su [...]